¿ES NECESARIA UNA EDUCACIÓN EN DERECHOS HUMANOS?



Tanto desde el concepto de la ley natural cuanto desde aquel de la invención, no cabe duda que los derechos humanos son un referente que ayudan al hombre a convivir de forma más condescendiente con sus pares y con el mundo. En este orden de convivencia, la enseñanza de los derechos humanos es algo fundamental para cualquier tipo de régimen que se auto-denomine democrático. Sobre todo para las sociedades latinoamericanas, cuyo historial presenta una variada gama de violación de los derechos de sus ciudadanos. En nuestro país, a pesar de que han pasado casi tres lustros desde la vuelta de la democracia, existen generaciones enteras que crecieron al amparo de un gobierno, en donde la omisión de los derechos primordiales del hombre era algo cotidiano y evidente. Desde esta perspectiva, y como lo plantean Sánchez y Quesada, siendo la democracia una tarea inacabada en la que cada generación ha de seguir el esfuerzo de sus predecesoras, la necesidad de cultivar la filosofía democrática, la cultura de los derechos, se hace más evidente en aquellas generaciones jóvenes que viven los procesos de transición hacia la democracia o que inician su andadura social y política en una democracia aun joven.[1]

En este contexto, la democracia no es fruto de concesiones de quienes en el pasado detentaron o ejercieron el poder político-económico, incluso ideológico, sino que por el contrario, son verdaderas conquistas del poder social de hombres, mujeres y pueblos que supieron organizarse frente a aquel otro poder que se resistía a reconocerlos.

A pesar de que la historia esta lleno de ejemplos en el que los pueblos han sido el artífice de la emancipación de regímenes autoritarios, se hace necesario formular algunos criterios de conducta ínter subjetiva, que asumiendo el pasado, haga más justo el presente, en función de un futuro más humano. Desde esta óptica, las declaraciones como la suscitada por la revolución francesa o por la segunda guerra mundial, no son más que sistematizaciones de los anhelos o aspiraciones de toda persona humana desde los orígenes de las civilizaciones o quizás desde mucho antes.

Uno de los problemas primordiales en la actualidad para el conocimiento de los derechos humanos, es que éstos se administran a nivel teórico-técnico-judicial, lo cual es incomprensible para la mayoría de los ciudadanos. Esto es un problema bastante grave y contradictorio si se advierte que los derechos fundamentales son propios de cada ser humano. Por todo esto, enseñar a pensar en clave de derechos humanos es convencerse de que forman parte de la vida cotidiana de todos sin excepción, pues, consciente o inconscientemente, vivir en sociedad -y especialmente si se pretende democrática-, comporta vivir con los derechos del hombre que viene a ser “como el aire que estamos habituados a respirar” sin darnos cuenta hasta que nos falta.[2]

Es fundamental que el sistema educativo se haga cargo de la enseñanza a las nuevas generaciones de la doctrina de los derechos humanos, para que de este modo los derechos fundamentales propios del ser humano sean tales, y no solamente de una elite ilustrada. También es necesario que la enseñanza de estos derechos no sólo nos ayuden a pensar en clave de derechos humanos, lo cual seria solo el primer paso, sino que ante todo nos enseñen a actuar en clave de derechos humanos.

Concluyendo este apartado, podemos afirmar que a pesar de que una amplia mayoría del genero humano a tratado de vivir en paz y armonía con sus prójimos y su entorno, esto no ha bastado para que agentes colectivos y particulares, pasen por encima de los derechos individuales hasta de naciones enteras. Por estos motivos la enseñanza de los derechos humanos ha de tomarse en serio y ha de ponerse en práctica de inmediato, sin ignorar dos connotaciones que necesariamente hemos de tener presentes. Tales son, de una parte, la necesidad de plantear concienzudamente los contenidos y el método de la educación, que lleve a la progresiva consolidación del respeto de los derechos humanos; de otra, la convicción de que no es labor que se reciba con comodidad por sus destinatarios.[3]

De este modo el ciudadano tiene una cuota importante en el proceso de educación de los derechos humanos, ya que en este sentido es necesario que éstos no queden sólo en la teoría, sino que esta teoría sea solo la base de una construcción mucho mayor que conjugue teoría y praxis.

[1] SANCHEZ REMEDIO, QUESADA LUIS JIMENA, “La Enseñanza de los Derechos Humanos”, Editorial Ariel, Barcelona, 1995. P. 21.
[2] Ibíd. P.45.
[3] Ibíd. P. 61